Antifragilidad: La virtud que emerge del caos

Por: Lina Molinda, Directora Ejecutiva

Hay pensamientos en mi cabeza que intento entretejer con una única palabra.

En medio de una situación de estrés y crisis laboral en octubre de 2024, me encontré con Adriana Flórez quien me obsequió una nueva palabra. En un primer momento me pareció extraña por su semántica, pero hoy se ha convertido en una virtud: la antifragilidad.

Esa palabra ha entretejido los principales episodios que he vivido durante los últimos doce meses. No podría abarcarlos todos en un solo texto, pero sí quiero compartir tres historias que confirman el valor de la antifragilidad en nuestros tiempos.

En una era donde la inmediatez domina nuestras decisiones y el miedo al fracaso paraliza, la antifragilidad se vuelve esencial. Vivimos buscando resultados instantáneos, evitando el esfuerzo prolongado y temiendo los tropiezos. Sin embargo, es precisamente en la incomodidad donde surge el crecimiento.

La antifragilidad nos enseña a transformar la adversidad en impulso, a ver oportunidad donde otros ven amenaza, y a comprender que la verdadera fortaleza no consiste en resistir intactos, sino en renacer transformados.

He visto mi riqueza en los seres que tengo a mi lado

Uno de los acontecimientos más significativos de este año fue el grado de mi hermana, María José. Soy la mayor de cuatro hijos, y verla a sus 21 años recibir su diploma de Psicóloga en la Universidad Konrad Lorenz fue profundamente conmovedor. Pero más allá del acto simbólico, hubo una frase en su discurso que me estremeció:

“La pobreza no se mide por lo material, sino por el nivel de pensamiento. He visto mi riqueza en los seres que tengo a mi lado.”

Escucharla decirlo me recordó de nuevo, la palabra antifragilidad. María José ha vivido múltiples desafíos para culminar su formación, y sin embargo, su narrativa no estuvo marcada por la queja, sino por la gratitud hacia la vida, hacia las personas que la acompañaron, incluso hacia las crisis que la fortalecieron.

Ver a una mujer tan joven hablar desde la grandeza que nace de la adversidad fue una lección: la antifragilidad no es resistir el dolor, sino transformarlo en motor de crecimiento. Aquella persona que en medio de la dificultad logra encontrar oportunidades, que ve los errores como fuente de poder para cambiar, encarna esta virtud.

Es el momento de Origen Antifragil

La segunda historia es la de la mujer que me obsequió esta palabra: Adriana Flórez.

Podría pensar que, por su momento de vida, no tendría por qué esforzarse en crear algo distinto. Sin embargo, su propósito la impulsa a construir una plataforma que revitaliza la voz y el valor de nuestros Silver: hombres y mujeres mayores de 50 años, llenos de experiencia, cuya sabiduría proviene no solo del conocimiento, sino de las mil y una batallas superadas.

Vivimos en una sociedad que, a veces, no comprende ni valora las diferencias generacionales; pero la verdad es que no hay futuro sin pasado. La única forma de construir un porvenir distinto es conectando generaciones: aprendiendo de la experiencia de quienes vinieron antes y poniendo al servicio nuestra energía presente.

Adriana cree profundamente en esa conexión: en la capacidad de unir el legado de los mayores con la fuerza de las pequeñas y medianas empresas —ese tejido que sostiene la economía de Colombia y Latinoamérica, aunque muchas veces sea injustamente señalado por discursos populistas—.
Ella cree que es posible entretejer ambos mundos y crear una plataforma sostenible: Origen Antifrágil, donde la experiencia aporte soluciones reales a las crisis empresariales.

En un país que parece no agotarse de los escenarios de dolor, su empeño en crear una red de valor basada en la expertos senior con propósito, es una muestra viva de antifragilidad.

Premio Nobel de paz 2025 a María Corina Machado

Y cómo no mencionar a una mujer que ha inspirado a toda una región y a muchos líderes en el mundo que reconocen en ella, no sólo su coherencia y valentía, sino la autenticidad, generosidad y entrega de su causa por la libertad de Venezuela. 

María Corina Machado, líder opositora venezolana, recibió el Premio Nobel de la Paz el 10 de octubre de 2025, a los 58 años. Se ha consolidado como la principal voz de resistencia frente al gobierno de Nicolás Maduro, en un país profundamente marcado por la persecución, la censura y la pérdida de libertades.

María Corina no necesita alzar la voz para callar multitudes. Su presencia habla por sí sola. Su valentía, su fe, su carisma y su fortaleza espiritual la han hecho símbolo de una lucha que trasciende fronteras.

Su liderazgo es el reflejo más nítido de la antifragilidad: una mujer que, pese a la opresión y el miedo, convierte la adversidad en propósito, y la fractura en fuerza moral.

Seguramente con estas historias puedan surgir más preguntas que respuestas.
Por eso quiero cerrar este artículo mencionando un fragmento del libro Colombia Ganadora, una estrategia emergente de Alejandro Salazar y Sebastián Salazar, que nos invita a reflexionar sobre nuestra identidad como colombianos, la misma identidad que se asoma en dos de las tres historias que compartí.

Alejandro Salazar afirma que el problema de Colombia recae en la disonancia cognitiva que nos genera reconocer que nuestro país no es el más desigual del mundo; por el contrario, es una nación donde hay cada vez más igualdad y donde la democracia ha mostrado una evolución favorable. Aceptar esto nos incomoda —dice Alejandro— porque es un paradigma difícil de romper. Nos reta a dejar la narrativa del lamento y a mirar de frente la evidencia: nuestro verdadero desafío no está en la redistribución, sino en el crecimiento y en la construcción.

Esto explica porque, en un mismo contexto, pueden coexistir historias tan distintas como la de María José, que pudo detenerse en el camino y quejarse por el hogar, la situación económica o la realidad de vida en la que había caído, pero eligió hacer frente a la adversidad y reinventarse.

Aquí es donde la antifragilidad se revela, de nuevo, como virtud nacional. Hoy, 14 de octubre — un día por naturaleza muy especial —, puedo decir desde mi espiritualidad que hay mucha Gracia, Dios nos la obsequia, y eso nadie nos lo podrá arrebatar. 

Hoy mi riqueza como colombiana proviene de lo bien rodeada que estoy. Porque somos muchos quienes, como diría mi amiga Adriana, poseemos el gen antifrágil.

Así que observemos sin miedo, recibamos el dolor como fuente de sabiduría para transformarnos y acojamos la crisis como madre del nacimiento de la esperanza.